Colombia



DE LAS VIOLENCIAS CONTRA LAS MUJERES EN EL ESPACIO PÚBLICO



DE LAS VIOLENCIAS CONTRA LAS MUJERES EN EL ESPACIO PÚBLICO*
Por: Isabel Herrera Montaño



...a ver, usualmente yo ando en el carro. Entonces es más difícil sentir vulnerabilidad en el carro, pero por ejemplo si tengo que bajarme por ejemplo a un cajero o a un supermercado a veces yo veo personas que uno siente que le podrían... o se le viene a uno y –señora una monedita- y uno piensa que lo va a robar, que lo va a atacar, o alguna cosa de esas. Sandra, docente universitaria.

Tal como lo plantea el informe del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2010) los reportes de más altas cifras de feminicidios se registran al interior de los hogares, lo que indica que realmente el territorio en el que las mujeres corren mayor peligro para su integridad es en el propio “seno del hogar”. Sin embargo, a pesar de lo que indican los reportes oficiales y de que sean mayores las cifras de asesinatos de víctimas masculinas en el contexto callejero, continúan siendo las mujeres quienes se sienten con mayor inseguridad en el momento de desplazarse por la ciudad.
A las entrevistadas no les falta razón para sentirse intimidadas en el espacio público. Las construcciones
culturales de contenido machista conducen a que sea socialmente permitido que los varones exterioricen su deseo de calificar y disponer del cuerpo o la vida de las mujeres, sea en la esfera privada o en la esfera pública. El miedo a ser objeto de una agresión sexual o que una mujer cercana sea víctima de este tipo de vejámenes es un factor que alimenta el temor transmitido en la crianza y en todo tipo de relaciones sociales frente a la idea de la condición de vulnerabilidad que entraña la mujer por su condición de género, especialmente al exponerse en el contexto callejero (Herrera, 2013). Uno de estos casos de agresión lo compartió Mary, vendedora del Centro de Comercio Informal de Manizales. A raíz de ese suceso, ella modificó su recorrido por las calles especialmente del centro, donde trabaja como comerciante, ahora ella asume que no debe andar de noche por las calles y en lo posible procura ir del brazo de su marido o de un hombre para sentirse segura:

I. ¿Conoces o has sentido situaciones de inseguridad en el espacio público de la ciudad?
M. A una amiguita. Que día estaba en la Plaza de Bolívar (centro de Manizales) esperando como al novio. Y el novio nunca llegó y se le arrimó un tipo y con un revólver se la llevó y pues no alcanzó a tener relaciones sexuales con ella pero sí la tocó y la puso a hacer muchas cosas.
I. ¿A pleno día?
M. No, como a las 6 de la tarde.
I. ¿Y ella cómo se salió de esa situación?
M. él la llevó como pa un barcito, pero eso es como privado (...), eso es un barcito de mesas separadas y tapadas. Entonces se la llevó por allá y la puso a hacerle muchas cochinadas. Entonces ella le dijo a él que se fuera y que se consiguiera un condón ahí mismo en el negocio, y mientras él se fue a conseguir el condón ella se voló. Medio se vistió, medio cogió los zapatos en la mano y llegó hasta el CAI.

Podría pensarse que la amiga de Mary “se encontraba en el lugar equivocado, en el momento equivocado”. Vale la pena tener en cuenta que las perspectivas de creación del espacio público se bifurcan entre la concepción que profundiza la vía mercantil privada, y aquella que revaloriza lo público como componente fundamental de la organización urbana, es decir para construir ciudad generando interacción social con base en el respeto a otros y otras; la tendencia predominante ha sido favorable a los intereses comerciales privados y con ello la pérdida de valor del ejercicio de la ciudadanía. Esto explica que en los centros administrativos de las ciudades modernas, durante ciertas horas del día el espacio público (calles, plazas, lugares recreativos) pierde la vitalidad urbana que genera relaciones, socialización y tejido social (Falú, 2009), generando con ello inseguridad especialmente para las mujeres.
Claramente las condiciones que posibilitan la violencia física y simbólica contra la mujer vienen de la mentalidad machista de sus agresores al sentirse autorizados a acceder sobre la integridad y la subjetividad de éstas, pero al hablar de las situaciones de violencia callejera intervienen factores que diferencian tales hechos de los casos de violencia doméstica, en la que predominantemente el victimario hace parte del círculo familiar más cercano a la víctima. En el espacio público entran a escena agresores desconocidos por las víctimas (atracadores, pandillas, policías, otros transeúntes de género masculino mayoritariamente) (1), pero también entran en juego las funciones que asume la mujer por fuera del hogar.

Es bien conocido el rol que se ha designado históricamente a las mujeres sobre las tareas domésticas, el cuidado de los hijos e hijas, entre otras. La incorporación de las mujeres al mercado de trabajo tanto en los países industrializados como en aquellos “en vías de desarrollo” supuso la asignación de una doble carga de tareas para las mujeres, que tuvieron que mantener sus responsabilidades del hogar a la par con las nuevas actividades laborales.
La disposición espacial de la ciudad, principalmente la dinámica de los medios de transporte público, la infraestructura vial y peatonal, y las condiciones laborales tienen incidencia en la condición femenina, en tanto que (las de los sectores populares especialmente), deben compatibilizar las funciones domésticas y del trabajo en el escenario del espacio público urbano. La creciente suburbanización, o asentamiento de la población en las periferias ha agudizado la separación del lugar de trabajo y la residencia, lo cual tiene un impacto sobre la articulación del espacio y el tiempo en la cotidianidad de la mujer (Borja y Castells, 1998), pero también sobre sus condiciones de seguridad.

Como lo afirma Mary, esta concentración de responsabilidades incide en una percepción negativa de se guridad generando en la mujer una sensación de estar “maniatadas” ante una amenaza en caso de desplazarse con hijos o hijas y demás labores de la “economía del cuidado”, y de lidiar con una dinámica urbana amenazante hacia ellas, principalmente las que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad y exclusión por diversos motivos.
Sandra, profesora universitaria, muestra en sus palabras que el elemento de violencia física e intersubjetiva hacia las mujeres no se reduce al factor espacial, sino que está fuertemente determinado por la percepción basada en la clase de la transeúnte. De modo que es evidente la diferencia de su experiencia urbana, mediada por el automóvil, ante la de mujeres socialmente excluidas que deben transitar a pie por zonas peligrosas para tomar el transporte público y preocuparse por articular en el
espacio urbano su vida familiar y su vida laboral.

I. ¿Has tenido sensación de inseguridad o vulnerabilidad en la calle?
S. He sido víctima de robos, sí, pero mi carro. Por ejemplo donde mi mamá me han robado los espejos del carro, me han robado el escudito del carro que me lo robaron este fin de semana... Y ella no vive en un sitio malo, ella vive en Campohermoso, que es cerca de Chipre, que es un sitio transitado, que es ruta de busetas, pero siempre se ven personajes que uno se siente como mal, frente a ellos.

El escandaloso fenómeno de los feminicidios de Ciudad Juárez (2), tiene patrones recurrentes, además de ser hechos de violencia dados en el espacio público. Se trata de víctimas jóvenes, de origen humilde, estudiantes o trabajadoras en maquiladoras con condiciones laborales deplorables, bajos sueldos y obligadas por sus circunstancias a recorrer en las noches caminos vacíos o a abordar el transporte público (en el que suelen ser ultrajadas por los propios conductores) para moverse de su casa al trabajo y viceversa. En ese trayecto las víctimas son abordadas y vejadas.
Las muertas de Juárez y la mayoría de las mujeres agredidas gravemente en hechos en el espacio público tienen en común el hecho de ser tragedias sentidas únicamente por sus familias. Se trata de mujeres vulnerables por su bajo nivel educativo, tratadas por el mercado laboral como mano de obra barata; madres solteras. Comúnmente llevan visible en la piel su origen indígena o afro, habitualmente tienen contradicciones para conjugar sus compromisos laborales y el cuidado de sus hijos o hijas; y son obligadas a movilizarse en transporte público por prolongados períodos de la casa al trabajo y del trabajo a casa.
Mujeres con tan altos niveles de exclusión y vulnerabilidad son prácticamente invisibles socialmente y por ello no representan un foco de atención política para las administraciones locales, más que en temporada de campañas electorales. Su desaparición no representa un costo político para los agresores que las asesinan en Juárez, ni tampoco para sus victimarios en el caso de Manizales. Tampoco son tenidas en cuenta en mecanismos de participación ciudadana como los planes de desarrollo locales, en los que las políticas dirigidas a mujeres las conciben básicamente como seres limitados a permanecer en el hogar al cuidado de sus familias.
Aparentemente para las mujeres de los sectores populares la emancipación femenina viene a ser una revolución que no fue, y hoy en Colombia encarnan el rostro de la pobreza, el desplazamiento, las agresiones sexuales y la exclusión. Por ello la organización y lucha feminista es un asunto que nos concierne a todas y todos.

Bibliografía

BORJA, Jordi y CASTELLS Manuel, 1998. Local y Global, Editorial Taurus, Madrid.
FALÚ Ana. 2009. Women in the City. On Violence and Rights. Ediciones Sur, Santiago de Chile.
GONZALES Sergio, 2012. The Femicide Machine. Editorial Semiotext.
HERRERA Isabel, 2013. Violencia, Seguridad y Ciudad. El Caso de Manizales. Tesis de Grado, Universidad de Caldas. Manizales.
PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 2000. Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Consultado el 12 de septiembre de 2013. Disponible en internet en: http://www.pnud.org.co/sitio.shtml?apc=aKa020101--&volver=1#.UjKLmT82OSo


1 Datos arrojados en la revisión de los reportes del Instituto Nacional de Medicina Legal de Manizales.
2 Para mayor información ver el libro “The Feminide Machine” de Sergio Gonzales.

* Texto basado en la monografía de pregrado de Isabel Herrera Montaño, titulada “Mujer, Seguridad y Ciudad. El caso de Manizales”. Programa de Sociología, Universidad de Caldas.

Tomado de: Contubernio de las Cinéticas
 http://issuu.com/contuberniodelascineticas/docs/edici__nnoviembre




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