Colombia



Juan Gelman se ganó un "lugar de homenaje y de memoria" en Nuestra América. R.I.P.



(Fig. 1)


"¿Qué hubiera dicho hoy, en un mundo en el que cada tres segundos y medio
un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza?
Me pregunto cuántos habrán fallecido desde que comencé a decir estas palabras.
Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte.
Juan Gelman.

La muerte de Juan Gelman, poeta y activista del movimiento de víctimas de las dictaduras del cono sur, entristeció el alma de los seguidores de la poesía latinoamericana. 

El mundo no solo ha perdido a uno de los mejores exponentes de las letras en habla hispana, sino también, a un luchador incansable que convirtió la tristeza y el dolor en potentes aliados durante la inclaudicable búsqueda de su nieta Macarena, secuestrada por la dictadura argentina cuando aún estaba en gestación en el vientre de su madre Claudia García. Claudia, de quien aún no se conoce su paradero, fue trasladada bajo la Operación Cóndor al Uruguay, donde dio a luz a la nieta de Juan Gelman. Marcelo Gelman, hijo de Juan, quien fuera secuestrado en agosto de 1976 junto a su embarazada esposa. Ambos tenían 20 y 19 años respectivamente. Los restos mortales de Marcelo fueron encontrados en 1989 dentro de un barril de cemento arrojado a un río.

(Fig. 2)
Claudia García y Marcelo Gelman

Después de recuperar los restos de su hijo, encontrar a su nieta en el año 2000, lograr que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenase al Estado uruguayo por la desaparición de Claudia García, Gelman recibío el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes en 2007. 

Por ser un referente de la lucha por la verdad, la justicia y la memoria y por habernos legado su lírica comprometida y consecuente, Juan Gelman se ganó un "lugar de homenaje y de memoria" en Nuestra América. R.I.P.

Compartimos un fragmento de su emblemático discurso de aceptación del premio Cervantes y una carta destinada a su nieta escrita cuando aún no la había encontrado.
...........
"Para San Agustín, la memoria es un santuario vasto, sin límite, en el que se llama a los recuerdos que a uno se le antojan. Pero hay recuerdos que no necesitan ser llamados y siempre están ahí y muestran su rostro sin descanso. Es el rostro de los seres amados que las dictaduras militares desaparecieron. Pesan en el interior de cada familiar, de cada amigo, de cada compañero de trabajo, alimentan preguntas incesantes: ¿cómo murieron? ¿Quiénes lo mataron? ¿Por qué? ¿Dónde están sus restos para recuperarlos y darles un lugar de homenaje y de memoria? ¿Dónde está la verdad, su verdad? La nuestra es la verdad del sufrimiento. La de los asesinos, la cobardía del silencio. Así prolongan la impunidad de sus crímenes y la convierten en impunidad dos veces."
  ...........

(Fig. 3)

Carta a mi nieto*
 
Dentro de seis meses cumplirás 19 años. Habrás nacido algún día de octubre de 1976 en un campo de concentración. Poco antes o poco después de tu nacimiento, el mismo mes y año, asesinaron a tu padre de un tiro en la nuca disparado a menos de medio metro de distancia. El estaba inerme y lo asesinó un comando militar, tal vez el mismo que lo secuestró con tu madre el 24 de agosto en Buenos Aires y los llevó al campo de concentración Automotores Orletti que funcionaba en pleno Floresta y los militares habían bautizado "el Jardín". Tu padre se llamaba Marcelo. Tu madre, Claudia. Los dos tenían 20 años y vos, siete meses en el vientre materno cuando eso ocurrió. A ella la trasladaron -y a vos con ella- cuando estuvo a punto de parir. Debe haber dado a luz solita, bajo la mirada de algún médico cómplice de la dictadura militar. Te sacaron entonces de su lado y fuiste a parar -así era casi siempre- a manos de una pareja estéril de marido militar o policía, o juez, o periodista amigo de policía o militar. Había entonces una lista de espera siniestra para cada campo de concentración: Los anotados esperaban quedarse con el hijo robado a las prisioneras que parían y, con alguna excepción, eran asesinadas inmediatamente después. Han pasado 12 años desde que los militares dejaron el gobierno y nada se sabe de tu madre. En cambio, en un tambor de grasa de 200 litros que los militares rellenaron con cemento y arena y arrojaron al Río San Fernando, se encontraron los restos de tu padre 13 años después. Está enterrado en La Tablada. Al menos hay con él esa certeza.

Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron. No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste. Me lo aseguró el padre Fiorello Cavalli, de la Secretaría de Estado del Vaticano, en febrero de 1978. Desde entonces me pregunto cuál ha sido tu destino. Me asaltan ideas contrarias. Por un lado, siempre me repugna la posibilidad de que llamaras "papá" a un militar o policía ladrón de vos, o a un amigo de los asesinos de tus padres. Por otro lado, siempre quise que, cualquiera hubiese sido el hogar al fuiste a parar, te criaran y educaran bien y te quisieran mucho. Sin embargo, nunca dejé de pensar que, aún así, algún agujero o falla tenía que haber en el amor que te tuvieran, no tanto porque tus padres de hoy no son los biológicos -como se dice-, sino por el hecho de que alguna conciencia tendrán ellos de tu historia y de como se apoderaron de tu historia y la falsificaron. Imagino que te han mentido mucho.

También pensé todos estos años en que hacer si te encontraba: si arrancarte del hogar que tenías o hablar con tus padres adoptivos para establecer un acuerdo que me permitiera verte y acompañarte, siempre sobre la base de que supieras vos quién eras y de dónde venías. El dilema se reiteraba cada vez -y fueron varias- que asomaba la posibilidad de que las Abuelas de Plaza de Mayo te hubieran encontrado. Se reiteraba de manera diferente, según tu edad en cada momento. Me preocupaba que fueras demasiado chico o chica -por ser suficientemente chico o chica- para entender lo que había pasado. Para entender lo que había pasado. Para entender por qué no eran tus padres los que creías tus padres y a lo mejor querías como a padres. Me preocupaba que padecieras así una doble herida, una suerte de hachazo en el tejido de tu subjetividad en formación. Pero ahora sos grande. Podés enterarte de quién sos y decidir después qué hacer con lo que fuiste. Ahí están las Abuelas y su banco de datos sanguíneos que permiten determinar con precisión científica el origen de hijos de desaparecidos. Tu origen." JUAN GELMAN.

Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho con vos y con un mundo más habitable para vos. Me gustaría hablarte de ellos y que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él. Para reparar de algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de la familia perpetró la dictadura militar. Para darte tu historia, no para apartarte de lo que no te quieras apartar. Ya sos grande, dije.

Los sueños de Marcelo y Claudia no se han cumplido todavía. Menos vos, que naciste y estás quién sabe dónde ni con quién. Tal vez tengas los ojos verdegrises de mi hijo o los ojos color castaño de su mujer, que poseían un brillo especial y tierno y pícaro. Quién sabe como serás si sos varón. Quién sabe cómo serás si sos mujer. A lo mejor podés salir de ese misterio para entrar en otro: el del encuentro con un abuelo que te espera".

*Publicada en el semanario Brecha, Montevideo, el 23 de diciembre de 1998.


Leer en la fuente original

Fig. 1
Fig. 2
Fig. 3










Votos: 0



Illimani versión beta. Lector de entradas RSS. © Obsidiana TV 2013


Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y elaborar estadísticas. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede cambiar la configuración u obtener más información aquí.