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Periódico informativo del Pueblo Mapuche
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Tomas de terrenos y Recuperación Productiva en Wallmapu: Autogestión comunitaria, territorio y autonomía, un paso necesario para la materialización de



 

APUNTES/ El objetivo de este articulo es destacar el importante rol que cumplen los territorios para el desarrollo de las luchas, mencionando algunas referencias históricas y actuales para entender que la territorialidad es mas que un espacio sociopolítico de encuentro, vivienda, trabajo, identidad y sustento económico, mas recursos naturales, medios ambientes y espacios ceremoniales de fortalecimiento espiritual y medicinal, son también los campos de batalla que establecerán el futuro de los pueblos y comunidades que los habitan.


(Fig. 1)

 

 

La historia de los pueblos está marcada por la voluntad colectiva de romper las desiguales y desfavorables condiciones de vida en que se encuentran y aventurarse a llevar a cabo un proceso social que valla tejiendo poco a poco cambios en el diario vivir de las comunidades y sociedades, que conlleven a transformaciones radicales de la realidad, no las impuestas por un sistema económico diseñado por una elite, sino la de nuestras propias visiones, necesidades y sueños. Estos procesos son un esfuerzo hermoso de lograr hacer realidad las espiraciones colectivas de los pueblos cansados de un modelo de vida del cual no quieren seguir siendo parte: el capitalismo y todas sus consecuencias negativas.

 

(Fig. 2)

 

 

Experiencias de poder popular y procesos revolucionarios en la ciudad.

 

En Santiago, muchas poblaciones periféricas fueron una iniciativa comunitaria que comenzaron desde los años 50, se masificaron durante los 60, se fortalecieron durante la Unidad Popular y algunas se levantaron hasta en Dictadura. Lugares deshabitados y abandonados, peladeros o vertederos, fueron limpiados y habitados por pobladores sin tierra ni techo, para hacer su vida allí, tener sus familias y desarrollarse como comunidad en torno al apoyo mutuo, la fraternidad como pobladores y salir adelante de las condiciones de pobreza y marginación en que se encontraban en ese momento.

 

Todo esto al calor de las ollas comunes, las huertas, las peñas, las mingas, las jornadas muralistas, las asambleas y las barricadas, se fueron fortaleciendo las iniciativas colectivas y agudizando el pensamiento: no era suficiente tener un techo y comida, había que construir Poder Popular para hacer una Revolución, con el objetivo de cambiar el sistema económico capitalista que genera la pobreza, explotación y desigualdad que tenia un gran cuestionamiento y polarización social en aquel entonces.

(Fig. 3)

 

Muchas poblaciones emblemáticas como “La Victoria”, “Nueva Habana”, “Nuevo Amanecer”, “El esfuerzo”, “La 23 de Enero”, entre muchas otras, fueron tomas de terrenos que partieron siendo una necesidad social de vivienda y espacio, madurando con el tiempo, convirtiéndose en nidos de solidaridad y rebeldía de la clase baja, los explotados tenían su suelo, su soberanía y de allí no los sacaba nada ni nadie.

 

La dictadura, financiada por la CIA, sabia del rol importante para el proceso revolucionario que cumplían las tomas de terreno, y por eso generó toda una maniobra de intervención y represión. Muchos de sus dirigentes y pobladores fueron asesinados, perseguidos o encarcelados. Para aniquilar el fértil proyecto revolucionario de las poblaciones periféricas, fue introducida la mafia del narcotráfico. La intromisión de la pasta base una de las armas ocultas mas graves y dañinas que contó la dictadura para aniquilar de raíz los sueños populares, ya que la instalación del narcotráfico en la población hacia que se corrompieran las relaciones humanas “desde adentro”. El vicio, un paralizador social, ahora era reproducida desde la misma población, a cargo de agentes secretos que fueron puestos allí con el objetivo de acabar con el joven combatiente, el alma comunitaria, la solidaridad y la memoria de la población.

(Fig. 4)

No es casual la intromisión de la pasta en la pobla, obedece a una estrategia política de control social, al igual como lo hicieron con la masificación del “crack” en los ghettos afroamericanos para frenar el avance del movimiento revolucionario armado Panteras Negras durante los 60`.

(Fig. 5)

En México, hace pocos años, llegando al 2010, los movimientos sociales, asambleas populares y organizaciones revolucionarias, esperaban con ansias los 100 años de la Revolución Mexicana realizada en 1910, experiencia donde los indígenas y campesinos en armas derrocaron autónomamente a la oligarquía y terratenientes. Se hablaba que al cumplirse 100 años de aquella revolución se podría volver a repetir la historia, pero al igual que en lo ghettos de EE.UU, la instalación del narco paramilitar en sus territorios empaño el sueño de volver a derrocar al poder. Ya que, no solo entran en la mentalidad de las personas, sometiéndolos a lógicas desmovilizadoras y disociadoras, sino que también funcionan como verdaderos ejércitos anti populares que impiden el avance y alzamiento de las clases oprimidas.

 

Hoy en día, en las antiguas tomas de terreno de sectores urbanos reina el narco, el poblador perdió la soberanía y capacidad de transformación de su entorno que había logrado durante largos procesos de luchas décadas atrás. Es mas común ver pasturries que jóvenes revolucionarios. Queda en manos de todas las personas que allí habitan en cambiar esa cruda realidad, nadie va a venir de afuera a cambiar las cosas de raíz, erradicar aquel decadente paisaje donde el narco cuida su esquina, esclavizando al entorno al vicio para hacer su negocio y delatando a la policía a los colectivos y organizaciones de base que plantean un trabajo revolucionario en la población para recuperar aquella noción combatiente que era el sello político de esos territorios. Recuperar esa capacidad colectiva de construir aquellos sueños fraternos, ahora en este gris panorama donde en algunas poblaciones la memoria rebelde de su historia como población se ha ido perdiendo y denigrando.

(Fig. 6)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recuperaciones territoriales en Wallmapu, semillas y brotes que maduran.

 

Paralelo a las tomas de terreno en los años 60` de Santiago, en el Wallmapu, territorio ancestral mapuche, se gestaba también un proceso de empoderamiento social en torno a la autogestión comunitaria en base a un territorio . Acciones llamadas “corridas de cerco”, del cual campesinos y mapuches sin tierras entraban a los fundos y recuperaban lo que les pertenecía. Desmonopolizar la tierra, que estaba en mano de unos pocos terratenientes y latifundistas, con la finalidad de garantizar tierra y sustento a la gran población campesina y mapuche del sur. Este proceso fue llamado “Reforma Agraria”, pero fue aniquilado también por la Dictadura a través de la “Contra Reforma Agraria”, con masacres y extrema violencia represiva. Al pueblo mapuche en aquellos puntos se le volvió a robar su anhelado territorio ancestral.

(Fig. 7)

 

Posteriormente, durante décadas se fueron articulando distintas organizaciones que apuntaban a la recuperación territorial como base política lógica y necesaria para la liberación del pueblo mapuche colonizado por el Estado Chileno y los poderes económicos aposentados en Wallmapu.

 

Estos últimos años ese camino de recuperación territorial ha ido madurando, materializando y masificando. Hay cientos de recuperaciones de tierras al sur, en distintos niveles, puntos geográficos y con diversos grados de autonomía, visibilidad y radicalidad. Que algunos procesos de recuperación territorial no salgan a luz pública no significan que estén mas débiles políticamente, en algunos casos es todo lo contrario, demuestra un empoderamiento de las comunidades del sector, que se traduce en que no necesitan el apoyo solidario de las ciudades, menos de las redes sociales y de la prensa independiente, un gran avance hacia la autonomía territorial. En otros procesos comunitarios, si urge el apoyo externo y eso demuestra que la propuesta de autonomía está en construcción, sobretodo cuando hay casos de represión y prisión política.

 

En este amplio horizonte, todos los procesos de recuperación territorial son importantes, tanto los pequeños reductos de tierra como los extensos territorios en recuperación son expresión viva de la permanente dinámica del Pueblo Nación Mapuche desarrollando su reconstrucción. Todos tienen que ser entendidos como consecuencia de un proceso histórico de despojo militar por parte del Estado de Chile y Argentina durante el siglo 19. En algunas comunidades solo dejaron unas pocas hectáreas de tierra y los ubicaron en los peores lugares geográficos. Desde allí, desde esos pequeños reductos, nacen nuevos brotes de recuperación, que van encaminando un lento pero firme camino. Por eso es importante que todos los procesos sean entendidos en todas sus dimensiones, que sean respetados y acompañados coherentemente hasta las últimas consecuencias.

 

En Arauko, Malleko y Cautín han dado el gran ejemplo de que la recuperación territorial fuera de la institucionalidad es un camino realista. Esas ideas y prácticas que impulsaron las comunidades Wenteche, Lafkenche, Nagche y Pehuenche se han ido extendiendo hacia más al sur, hasta comunidades de Chiloé, territorio Williche. Tanto en el Gulu Mapu, que es el amplio territorio mapuche del Oeste invadido por la Republica Chilena, como en Puel Mapu, que es el amplio territorio mapuche del Este invadido por la Republica Argentina, crecen los anhelos de volver a vivir en las tierras que caminaban nuestros ancestros. Es decir, la recuperación y la resistencia es tierra fértil, es completamente posible, un sueño que se logra a través de diversas y prolongadas movilizaciones sociales, tácticas y formas de lucha. En algunas se instala el sello de la confrontación abierta, otras optan por un camino mas silencioso, priorizando el trabajo operativo para lograr sus propósitos, otras convocan a las clásicas protestas y manifestaciones culturales y simbólicas en la ciudades y territorios en disputa, otras recurren a los medios de prensa independiente e internet para posicionar sus demandas y discursos reivindicativos, en fin las estrategias de lucha son variadas y múltiples, pero todos tienen un principio fundamental, que es que el proceso se tienen que sostener en el tiempo y aquí entra un factor relevante, que cuando la lucha y la resistencia no tiene ingresos económicos, es más difícil darle continuidad, sobretodo cuando la lucha exige gastos, medios y recursos para objetivos concretos.

 

Recuperación productiva, un arma peligrosa para el sistema capitalista

 

La recuperación productiva tiene por objetivo dar sustento a la comunidad, autogestionar la vida en base a la propia economía comunitaria mapuche, siempre con el principio de solidaridad, cooperativismo y respeto a la biodiversidad, afectada gravemente por el monocultivo y los mega proyectos. Para aquello, primero se entra al fundo o predio que les fue usurpado por colonos, latifundista y hoy en día en gran medida por empresas forestales y se comienzan a hacer trabajos productivos allí, como siembras, crianza de animales y/o cortar la madera de la empresa forestal que tiene los monocultivos. Con esas ganancias la comunidad puede construir viviendas, cubrir necesidades básicas y hasta invertir esos recursos en gastos propios de la lucha, como en abogados, difusión, transporte, herramientas, comida e insumos para preparar ceremonias comunitarias masivas, que son fundamentales para el desarrollo de la comunidad y la reconstrucción del Lof (clan de comunidades entorno a un territorio) afectado por la reducciones coloniales.

 

Pero la recuperación productiva no solo tiene un eje meramente de sustento económico, también es culturalmente liberador. En las recuperaciones también se desarrollan los trawun, mingako, palin y nguillatun, encuentros, deportes rituales y ceremonias espirituales que dan una orientación y fortalecen los procesos de recuperación. Se retoman antiguas formas de relacionarse entre las personas, como el trafkintun, el trueke. Se reconstruye el tejido social dañado por el colonialismo, el cristianismo, la privatización y la mercantilización de la vida. Se hace un avance importante hacia la emancipación y reconstrucción del Pueblo Mapuche a partir de la cosmovisión milenaria. Procesos donde se integra el rakizuam, pensamiento mapuche, con el weichan, la praxis revolucionaria desarrollada como acto sagrado y el kume mogen, el buen vivir, es decir el estar bien en relación con el espíritu, armonía con la naturaleza y el entorno. Comunidad, salud, historia, resistencia y territorio tienen una relación conjunta, activa e inseparable. Cada persona es importante, cada uno cumple un rol, los mas antiguos y sabios tienen un papel vital en la formación de los jóvenes luchadores y luchadoras.

 

Estos procesos y expresiones, evidentemente son un peligro para la ideología capitalista de libre mercado, que convierte todo en mercancía, folclor y convirtiendo a las personas en un ciudadano controlable e individualizado, fomentando el materialismo y los anti valores, que son completamente contrarios a los valores comunitarios de la resistencia mapuche.

 

A medida que la recuperación territorial avanza, también se avanza en la madures política de las comunidades, conquistando mayores grados de autogestión comunitaria, por ende independencia y soberanía. Con esto el Estado Chileno y su represión no tienen forma de entrar, ni intervenir. Hay lugares donde ni la policía, ni los funcionarios públicos, ni los servicios básicos entran. Esto por que las fuerzas de Resistencia Mapuche no lo permiten o por que simplemente el Estado y sus instancias jamás han llegado o fueron expulsados después de maratónicas jornadas de lucha, combate, encuentros y reflexiones. Expulsados a las buenas o a las malas tras arduos procesos de resistencias.

 

La Resistencia y control territorial: de la idea platónica a la realización concreta.

 

En algunos contextos más críticos, se les suene llamar “Tierras de nadie”, “Lugar sin dios ni ley”, “Sector donde no se aplica el Estado de Derecho”, “Territorios desolados por el Far West”, “Zona Roja”, “Campamentos de Guerrilla”, “El polvorín”, “El cinturón suicida”, “Nido de extremistas”, también algunos son vistos como “Tierras vírgenes”, “ Recursos naturales para engrosar la economía”, “California de la madera”, “Desierto forestal”, “Cementerio de españoles”, “Fuerte militar genocida”, “Valle no explotado propicio para inversiones”… entre otras interpretaciones y denominaciones que dan algunas señales del sello que se instala en los diversos territorios en disputa del Wallmapu. Pero no es para alarmarse, al aparato de seguridad del Estado le conviene construir estereotipos mediáticos que sean funcionales a sus políticas represivas. En el fondo, caminando por allí, te encuentras con comunidades sencillas y humildes, de mucho esfuerzo para dar cada paso, ya que nada a sido fácil, todo avance a sido a partir de costos muy altos, ha corrido mucha sangre y muchos hermanos y hermanas privados de libertad.

 

Pareciera ser una película de vaqueros, pero es la lenta recuperación territorial del Wallmapu, un estallido social que se cocina a fuego lento, con ello sus múltiples expresiones de rebeldía y procesos comunitarios avanzando por todos lados al compás del kultrun y kull kull. Aspiraciones que crecen y se concretan día a día, paso a paso, recuperando metro a metro de tierra, asegurándose que todo elemento indebido e impropio sea expulsado o al menos mantenerlo al margen para que no vuelva a invadir. Esto tanto en el plano cultural, como material. Retomar un territorio ancestral implica también volver a las prácticas y creencias antiguas, recuperar el mapudungun, el habla de la tierra y los nguillatuwe, espacios ceremoniales. Ese es el sentido de fondo, aparte del necesario sustento económico propio de la recuperación misma.

 

El Control Territorial tiene como objetivo echar a los usurpadores e impedir nuevas inversiones capitalistas en la zona. Cuando la comunidad entra a los territorios que le pertenecen pero se encuentran en manos externas, en ocasiones, hay una disputa sin tregua ni misericordia por ambos lados, una actitud de vigilia y alerta permanente, en donde existe el peligro de un allanamiento, que en el peor de los casos se traduce en terrorismo de Estado o en intervenciones políticas asistenciales para impedir el desarrollo de la lucha. El Estado apela a bonos, proyectos, cuotas o hasta ofrece cargos públicos con el afán de neutralizar la recuperación territorial, enfriar el espíritu combativo e impedir que se generalice y legitime la práctica de recuperar el territorio con hechos y acciones concretas. Las comunidades y Lof en Resistencia se preparan para superar todo aquel obstáculo represivo e institucional, en el acto mismo de entrar a los predios y comenzar a sembrar, trabajar, proteger, limpiar, impulsar, construir y hasta atrincherarse, instalándose allí permanentemente. Sin que nada ni nadie los saque.

 

En esas circunstancias hay que estar atentos a todas la señales, estudiar todos los movimientos posibles, analizar las causas y efectos, priorizar el fortalecimiento interno y coordinarse con otras comunidades solidarias aledañas. En ese sentido, el pueblo mapuche tiene una gran virtud y trayectoria para hacer este trabajo, hay una historia que lo avala. El Estado, con sus operadores políticos, tratará de cualquier forma de generar desgaste, discordia y fragmentaciones. Darle recursos y premios a un sector, como estrategia de división social, para separar a los integrantes por sus posturas, entre los mapuches buenos y los mapuches malos. Se impone un camino de solución dentro de una lógica neoliberal y a todos los que decidan exigir mas de lo que el marco establece, se les acarreará todas las consecuencias: represión, militarización en puntos claves y caminos rurales, monitoreo permanente de todas las actividades comunitarias, persecución política, montajes judiciales, cárcel y hasta asesinatos que quedan en la completa impunidad.

 

En ocasiones, ha sido necesario esperar pacientemente para construir las condiciones sociales, culturales, políticas y económicas para sostener una lucha abierta contra las fuerzas represivas, los peones del fundo y ahora fuertemente el rol de los Paramilitares, que no son mas que los guardias privados y sicarios del capitalismo, los latifundistas y grandes empresas. Los que hacen el trabajo sucio, para escoltar los intereses económicos instalados en Wallmapu.

 

 

Radicalización, estrategia y factor tiempo, ampliando el horizonte

 

“Es fácil comenzar una lucha radical, lo que no es fácil es sostenerla en el tiempo”, son algunas palabras de un Preso Político Mapuche, procesado judicialmente por desarrollar actividades comunitarias una recuperación productiva en un territorio en conflicto contra las forestales. Palabras nacidas desde la experiencia misma de la lucha y la cárcel como consecuencia.

 

Mucho se dice sobre la radicalización de la resistencia ancestral mapuche, lo cierto es que para que aquello sea viable en el tiempo se requiere el apoyo total e incondicional de la comunidad, de la amplia base social que habita en el territorio en cuestión. Estar preparados en todos los ámbitos y frentes, partiendo en lo social, cultural y político, para luego dar un paso hacia la formación en autodefensa y acciones de resistencia. Sin esa base social relacionada entre si, es imposible avanzar. Las acciones y las palabras son importantes, pero si no tienen un cuerpo social real detrás que lo respalde y lo desarrolle, se vuelven simplemente expresiones, imágenes o ideas, que contribuyen al proceso de alguna manera, pero se hace necesario que se aterricen y se planteen desde los mismos grupos humanos, comunidades y familias, en el día a día, con conciencia, paciencia y dialogo, sabiendo que para este proceso de radicalización, el tiempo es un factor a considerar para que las acciones broten, maduren, se hagan bien y con continuidad en el tiempo.

 

Cada comunidad o Lof tiene sus formas de abordar la lucha, sus propias estrategias de resistencia y metodologías de recuperación territorial. Hay quienes se reservan a una estrategia cuidadosa de hostigamiento hormiga para ir ganando espacio lentamente, otros más jugados apuestan al sabotaje directo y frontal a los bienes del capitalista para frenar o dañar su economía. En este sentido, se podría reflexionar, que el capitalismo por si cava su propia tumba, ya que depende fundamentalmente de la generación de recursos centrados en el territorio en conflicto, entonces cuando el clima se tensiona, la incertidumbre reina y el descontrol se instala, las inversiones desaparecen, el territorio deja de tener quien financie el funcionamiento productivo y el “negocio” deja funcionar. Nadie va invertir dinero en un negocio que técnicamente no tiene forma de funcionar. Eso ocurre cuando la práctica del sabotaje se impone reiteradamente ante cualquier medida de seguridad, reparación y reinversión.

 

Entonces estamos a un paso de que el territorio quede expuesto a ser tomado y protegido por las comunidades o se ha alcanzado la presión suficiente para que el usurpador negocie o entregue el territorio de alguna u otra manera. “Por las buenas o por las malas se tendrán que ir”… dicen algunos que sugieren el anonimato como forma de constituir poder de lucha.

 

El elemento que le da mayor complejidad a este escenario, es que muchas empresas tienen seguros de daños o accidentes, entonces cualquier tipo de sabotaje que se haga puede resultar en vano, ya que los seguros cubren todos los gastos y todo queda igual. Entonces en ese aspecto hay que repensar las acciones y enfocarlas de una forma buscando los puntos vulnerables, donde no hay seguros y reparaciones entremedio. De todas maneras el seguro también es una empresa capitalista, al igual que las empresas de construcción que tienen mega proyectos en territorios mapuche en disputa, entonces aquellas empresas dejarán de hacer contratos e inversiones en lugares que se encuentre un verdadero contexto de violencia revolucionaria en donde la situación es insostenible para las autoridades y la empresa misma. No van a invertir donde el boicot predomine, allí se puede demostrar que las acciones de resistencia ganan espacio concreto.

Perspectiva a largo plazo: no solo hay que recuperar los territorios, también hay que terminar con el circulo vicioso del capitalismo, aquel que origina el saqueo, la enajenación, la monopolización y la destrucción de la tierra.

 

Mirándolo de forma simple, el negocio que hacen a costa de la destrucción de nuestras tierras y fuentes de vida es como un circulo que gira una y otra vez. Cuando una acción afecta de forma mínima al correcto funcionamiento de este circulo, no les queda otra opción que reparar o reinventar las condiciones para que el circulo siga girando y el negocio del capitalismo continúe. Pero si se hacen una serie de acciones mas contundentes que afecten de forma permanente al correcto funcionamiento de este circulo, el sistema de las grandes empresas podría quedar paralizado, obsoleto o sin capacidad de continuar, entonces no les queda otro camino que abandonar, vender o entregar el territorio que explotaron y devastaron durante tanto tiempo.

 

Básicamente, el ideal del empresariado, es obtener beneficios económicos a partir de la explotación de un territorio o de un pueblo, si ese beneficio económico no obtiene resultados y ganancias, tarde o temprano harán abandono. Ya ha quedado demostrado en algunos territorios en conflicto, “Después de tantos años de hostigamiento, el gringo latifundista se fue por que no tenia forma de seguir ganando dinero con este predio”. Dice un weichafe sonriendo, con sus manos marcadas por el trabajo en el tierra y con la satisfacción de que después de años de luchas y represalias se logró recuperar aquel campo.

 

Al igual que en las poblaciones instalaron al narco, en el Wallmapu instalaron bases de policía militarizada para cuidar los intereses de las elites aposentadas en las zonas de conflicto. Que los narcos y la policía militarizada estén allí no es casualidad, responden a una política de Estado, del cual los movimiento sociales con sus respectivas organizaciones, comunidades, colectivos, alianzas territoriales y expresiones de lucha tienen el desafío de expulsar. Ya que siguen siendo un impedimento para alcanzar la ansiada Liberación, ya que reproducen y protegen las lógicas capitalistas que son el origen de estos conflictos sociales.

 

En este punto es importante tomar conciencia del freno y obstáculo que ponen los narcos y la represión para el desarrollo de la lucha. Cumplen un rol fundamental para garantizar el funcionamiento del capitalismo. No queda otra opción que observarlos, buscar sus puntos debiles y ser más agiles y astutos que ellos. Nosotros sabemos quienes son, los negocios turbios que hacen, donde viven, como se mueven. Ellos no saben quienes somos, los observamos desde la oscuridad, desde el anonimato, allí radica nuestra fuerza. Por eso suelen ir a buscar a nuestras caras mas visibles, aquellos que han asumido un rol político público en la lucha.

 

“Al comienzo nos tomábamos el fundo y nos agarrábamos con los pacos… pero después nos agotamos, no ganábamos nada… cambiamos la forma… fuimos saboteando directamente las cosas del extranjero… cortando cercos, cortando caminos y cagando sus maquinas, evitando enfrentamientos con los pacos y sus guardias privados… ya que siempre iban a tener mas poder de fuego que nosotros y las leyes a su favor… cuando entrabamos tratábamos de recuperar algo que sirviera para tener recursos para esta lucha… con el tiempo el tipo se aburrió de vivir así y se fue llevando sus cosas, vendió todo, dejaron de pasar camiones pesados y avionetas que lanzas químicos desde el aire para los cultivos, los pacos dejaron de aparecerse también”. Narra un dirigente mapuche después de años de lucha y resistencia.

 

“Poco a poco empezamos a hacer uso de todo esto, a vivir acá, a recuperar mejor nuestras tradiciones antiguas, ya que no estábamos encerrados en esa reducción, en un pedacito de tierra como antes, ahora podemos vivir mejor, hacer lo que queramos… Podemos también invitar a otras comunidades y gente pobre a trabajar esta tierra, a hacer palin. Volvió a brotar lentamente el bosque nativo y el arroyo que estaba medio seco comenzó a dar agüita de nuevo… Todo fue por que se largó el empresario con sus maquinas malditas que arrasaban con todo, también fue por que fuimos haciendo ceremonias y rogativas para tener fuerza pa la lucha, para que volvieran a salir las energías de la tierra y del agua, para que volvieran las lluvias y los pájaros… “. Cuenta emocionado mientras siembra unas semillas de poroto. Prefiere mantener el anonimato, sabe que no importan los nombres y los créditos, sino que el trasfondo de las palabras acá escritas.

 

Son algunas de las experiencias e ideas que pueden resumir e interpretar estos procesos imparables de recuperación territorial en Wallmapu. La importancia de tener espacios autónomos levantados por las mismas personas, a pulso, al calor de la contingencia y la solidaridad. No queda otra que prepararse para defender, resistir y combatir hasta lograr la recuperación definitiva de los territorios y la expulsión de todo elemento que rompe con el equilibrio natural de la vida natural y comunitaria. Este objetivo no será nada fácil, pero es realmente necesario hacerlo, sea como sea, cada uno podrá reflexionar, planificar y conspirar para lograrlo.

 

Por la coordinación de las resistencias territoriales, la libertad de los presos políticos mapuche y activistas que luchan contra el capitalismo… Marrichiwew!!!

 

 

 



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