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COLOMBIA: Indígenas ingas usan tutoriales web para dominar instrumentos



Alliuva samungichi, o bienvenido, son las palabras de recepción en la Institución Etnoeducativa Iachi Wasi (Casa del Saber), en el municipio de Santiago, alto Putumayo.

Muchachas y jóvenes de entre 11 y 18 años lucen atuendos típicos de la etnia indígena inga, mayoría en este ventoso pueblo del Valle de Sibundoy. Dicha cultura se esparce por las montañas de Nariño, Cauca, Putumayo y Caquetá.

Ajustados a sus cuerpos tocan liras, tamboras, granaderas y demás instrumentos de banda marcial. Para ellos es una banda de paz. La comunidad, que gira en torno al resguardo de Quinchuapamba, se comunica en su lengua madre (inga). Desde niños aprenden de sus mayores la conexión con la tierra.

Pero el profesor Darío Silva animó a 43 de sus estudiantes a armar una banda musical con sonidos mestizos. “Gracias a los computadores que nos instaló el Ministerio TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) los muchachos han visto tutoriales en YouTube de cómo interpretar los instrumentos”, afirma Silva, que ha viajado por todo el país como director e integrante de agrupaciones musicales.

Además, los instructivos que los ministerios de Cultura y Educación le comparten al docente vía web lo han ayudado con técnicas y metodologías para instruir mejor a sus alumnos, en una tierra donde las telecomunicaciones no son el fuerte: solo entran 2 operadores de telefonía celular.

Un, dos, un, dos, tres, advierte el profe, y el compás de La piña madura comienza a sonar. Las dos bastoneras guían a la muchachada, que reparte la mirada entre sus instrumentos, el director y los otros compañeros. Algunos sonríen mientras hacen la música; otros se muerden el labio, nerviosos. Pero el sonido fluye y con el paso de los sones todos entran en ritmo.

Alejandro Tisoy, del grado 9.° (vive en zona rural, a dos kilómetros de la institución educativa), dice: “Este año entré a la banda y en Semana Santa practiqué mucho. Me gusta la potencia de la tambora”.

Se yergue y acomoda su atuendo para quedar bien en la foto: “En internet he podido ver y conocer otras bandas como la nuestra. Hemos contactado a algunas. No me toca pagar plata por usar los computadores”.

Como resultado del Kiosko Vive Digital que el MinTIC les instaló en el colegio, los muchachos pueden navegar por la red y averiguar todo lo que quieren saber sobre música y otros temas. Dos decenas de equipos están disponibles para la comunidad.

‘Alejo’ agrega que lo bueno de usar su vestimenta tradicional al interpretar, es que “así mostramos nuestra cultura e identidad. Hacemos quedar bien a nuestra comunidad y dejamos claro quiénes somos”.

El rector, Juan Carlos Jacanamijoy, contextualiza que hasta el 2010 tenían la preocupación de que los jóvenes perdieran la lengua materna, pero la han fortalecido a través de la educación bilingüe, en la que es clave el apoyo de las familias. Algunos estudiantes confiesan que a veces, cuando no habían afianzado las palabras en inga, terminaban hablando en ‘ingañol’ (mezcla de las dos lenguas).

En el Kiosko Digital, un par de niñas y una profesora teclean en los computadores. Oyen canciones, mientras la profe sube las notas finales del año escolar a una plataforma virtual. En contraste, a unos 20 metros se levanta la mayor estructura del cabildo: el tambo, una casa con techo cónico cubierto de paja. Allí se reúnen los médicos tradicionales y jefes de la comunidad para buscar la salud espiritual y física. En este propósito, la bebida del yagé, planta sagrada, es parte de su tradición.

Talentos

Afuera del tambo, los muchachos insisten con los instrumentos. Gabriela Chalparisán cumplió 14 años y cursa grado 8.°. Es bastonera y fue de las primeras en sumarse a la banda, hace dos años. Comenzó interpretando lira.

“Sumauami kaipi kangapa. Kaipi mingachinchimi imapas, chimandapa sumauami kusikoi, tunaikunapas”, comenta, lo que en español significa que le gusta la banda porque es un espacio para compartir con los compañeros y hacer buena música.

Además, es buena con el canto. “Me gustan mucho las canciones de Selena que veo en los computadores del kiosko, porque también estoy en clases de canto. Ella cantaba muy bonito”.

Agrega en español, que el bastón no es fácil y que el profesor es exigente, pero respetuoso. “La lira era de responsabilidad, porque si uno se equivocaba confundía a los compañeros. Con el bastón los guío”.

Luis Alejandro Santacruz (11 años, grado 6.° ) carga un bombo que parece más grande que él. Es el más pequeño de los 43 músicos, pero hace tronar su tambor como si no hubiera un mañana: “Siempre que el profesor aplaude, lo sigo. Practico martes y jueves y me siento bien de ser el bombo de la banda”, afirma, con su voz de niño.

El profe felicita a sus pupilos y les da vía libre para irse a sus casas. Este diciembre harán varias presentaciones en municipios vecinos y tocarán villancicos. Silva comenta que en el 2016 espera arreglar canciones ancestrales con los instrumentos de la banda: con internet, afirma, la cosa será más fácil.

Colocada desde: http://www.eltiempo.com




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